La obra de Priscilla Monge, ha sido frecuentemente incluida en la escena posconceptual latinoamericana de los noventa, pero hay que tener en cuenta que en esos años ni Costa Rica ni la región centroamericana a la que pertenece figuraban en los mapas del arte latinoamericano reconocido internacionalmente.
Sus piezas están situadas entre las dimensiones significativas de lo verbal y de lo visual de los signos y las representaciones. Como ella misma afirma: “Se encuentran en un espacio fractal, ese espacio entre la palabra y la imagen y viceversa. Es en ese límite donde el arte genera un lugar seguro y de búsqueda espiritual y seguramente de cambio”.