Comparada con otras ciudades, la noche en Santiago empieza más tarde y se alarga más:
Entre las 20:30 y las 22 h. es el momento de los locales de vinos, muy concurridos a estas horas cualquier día de la semana. En la mayoría de ellos, los vinos los sirven acompañados de ‘tapas’, pequeños bocados, a veces suculentos -de embutidos, queso, tortilla u otros-, que ayudan a beber y que en Santiago, a diferencia de otros lugares, son gratuitos.
Con los vinos suelen pedirse ‘raciones’, que apañan una cena informal. Las raciones disponibles en las cartas -calamares, pulpo, tortilla, pimientos de Padrón... - están pensadas para ser compartidas, y es habitual que se cojan con el tenedor directamente de la fuente.
Desde las 22 es la hora de la cena para los que optan por una opción más formal. La mayoría de los restaurantes admiten reservas hasta las 22:30 o incluso las 23 h., con lo que la sobremesa, con el café -es típico el ‘de pota’- o los espiritosos -licor café o aguardiente, pura, tostada o de hierbas -, puede llegar hasta a las 24 h. o incluso la 1 a.m.
El horario de copas empieza a las 23 h. y se alarga hasta las 3:30, hora a la que cierran los locales de primera hora. A partir de ahí todavía quedan varios sitios en los que poder sentarse y charlar, aunque entramos ya en la franja horaria de las zonas de baile, a las que no suele irse antes de la 1 de la madrugada, a menos que se haya optado por los locales específicos de ritmos latinos.
El cierre de los pubs coincide con la hora punta de las discotecas, y pasadas las 5 empiezan a abrir los locales de última hora. Y a las 6, ya se puede desayunar: chocolate a la taza con churros es lo tradicional, y para algunos también el pollo.