Fue durante el primer confinamiento por la pandemia cuando José Lourenço inició su nueva etapa creativa. Al igual que millones de personas en todo el mundo, el artista, confinado en su hogar, vio el aire libre como un escape visual para los días que pasaba en el interior de cuatro paredes. Esta relación es evidente en sus obras más recientes, que retratan un exterior vasto e inalcanzable junto a un interior íntimo y vivo.
Inspirándose en arquitectos y diseñadores del movimiento moderno del siglo veinte, el artista representa ambientes hogareños, aparentemente despojados, pero increíblemente humanos en los detalles que muestran la vida cotidiana, como un libro abierto, un jarrón con flores o un juguete abandonado en medio de la actividad.
José Lourenço inmortaliza momentos a través de las sombras nítidas y las texturas que impregnan sus pinturas. Entre el sueño, representado con ambientes naturales hasta donde alcanza la vista, y la hipotética realidad, materializada por la presencia de objetos mundanos, el artista crea su propio hábitat, un refugio donde vive y encuentra protección.