Casi inmediatamente después del descubrimiento de la tumba del Apóstol Santiago en el siglo IX, los peregrinos comenzaron a seguir los caminos astur-galaicos para llegar a Santiago, habida cuenta de que la meseta –por la que posteriormente sería trazado el Camino Francés– estaba aún ocupada por la invasión musulmana.
La ruta permitía a los peregrinos, llegados por tierra desde Francia o desembarcados en los puertos vascos, cántabros y gallegos, enlazar la tradicional visita al Salvador en la Catedral de Oviedo o continuar por la costa asturiana hasta la ría del Eo. El itinerario transcurre por:
Hendaya - Donosti – Zarautz – Guernika – Bilbao – Laredo – Santander – Santillana del Mar – Comillas – Llanes – Ribadesella; a partir de aquí, dos variantes: interna, por Oviedo (donde enlaza con el Camino Primitivo) o costera, por Avilés y Luarca, hasta entrar a Galicia por Ribadeo – Mondoñedo – Vilalba – Sobrado – Santiago.