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Camino de Santiago
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Duración: 1 día completo

Itinerario: O Cebreiro - Triacastela - Samos - Sarria - Portomarín - Vilar de Dornas. Posibilidad de realizar a pie los últimos kilomtetros para la llegada a Santiago.

Descripción: De entre la red de Caminos que llevan a Santiago, el más transitado y conocido es el Camino Francés, que entra en Galicia por O Cebreiro, famoso por sus pallozas y por estar situado en un espectacular paisaje de viejas montañas. El paisaje rural de la Galicia interior que acompaña este primer tramo de la excursión es, en algunos tramos, de exuberante, e incluso mística, belleza. Después de pasar por el Monasterio de Samos, gran cenobio benedictino de Galicia, los peregrinos cruzaban el Miño en Portomarín, cuya iglesia-fortaleza se encuentra entre las mejores de la época medieval. Más adelante, la Iglesia de Vilar de Donas es uno de los mejores ejemplos de románico gallego vinculado al Camino, con frescos que datan de 1434.

Paradas recomendadas

O Cebreiro-Triacastela-Samos-Sarria-Portomarín-Vilar de Donas 

Desde que en los primeros años del siglo IX se descubrió la tumba de Santiago, innumerables gentes han peregrinado a Compostela. Desde muy temprano la peregrinación a Santiago se convirtió en el acontecer religioso y cultural más destacable de la Edad Media, hecho reconocido recientemente por el Parlamento Europeo, que designó al Camino Primer Itinerario Cultural europeo, y por la UNESCO, que lo declaró Patrimonio de la Humanidad. La importancia de esta vía secular de peregrinación, que difundió arte y pensamiento a través de Europa, quedó también reflejada en las palabras de Goethe: ‘Europa se hizo peregrinado a Compostela’. 

De todos los Caminos que llevan a Santiago, el más transitado y conocido, es el Camino Francés. Su recorrido aparece en el Códice Calixtino, cuyo libro V constituye una primera guía para peregrinos. En el se menciona O Cebreiro, célebre por el milagro eucarístico y por figurar su cáliz en el escudo de Galicia. Triacastela, donde los peregrinos cogían la piedra caliza con la que cargarían para su transformación en cal que contribuyese a la magnífica obra de la Catedral de Santiago. Después de pasar por el monasterio de Samos, hoy el más importante cenobio benedictino de Galicia, cruzaban el Miño en Portomarín, cuya iglesia-fortaleza se encuentra entre las mejores de la época medieval. Más adelante pasaban por Vilar de Donas, perteneciente a los Caballeros de Santiago, Palas de Rei, Melide, Arzúa, para llegar a Lavacolla, donde hacían las abluciones y prepararse para el encuentro con el Ápostol, cuyo santuario divisaban por primera vez desde el Monte do Gozo, de ahí el topónimo. Y, por fin, Santiago de Compostela. 

El paisaje rural de la Galicia interior que acompaña la excursión es, en algunos tramos, de exhuberante, e incluso mística, belleza.

O Cebreiro

La aldea de O Cebreiro, a 151 km de Santiago, es la primera población del Camino Francés en tierras gallegas. En medio de un espectacular paisaje de montaña, es uno de los lugares más mágicos y mítico-simbólicos de Galicia. 

Situada a unos 1.300 m de altitud, son famosas sus ‘pallozas’ -pequeñas viviendas de origen prerromano con estructura circular, muy características del noroeste de la Península Ibérica-, magníficamente conservadas y adaptadas a las duras condiciones climáticas de la alta montaña. Una de las pallozas, que ha sido convertida en museo, conserva la autenticidad originaria y permite imaginar la vida que llevaban hasta hace pocas décadas los habitantes del lugar. 

Asímismo indispensable es su antiquísima iglesia –la más antigua del Camino Francés-, en la que se conserva el hermosísimo cálice románico que algunos llaman Santo Grial. O Cebreiro dispone también de uno de los albergues de peregrinos más concurridos y queridos de la Ruta.

Triacastela

Conserva una estructura urbana articulada en función del Camino. El topónimo parece proceder de ‘tres castros’. De la Edad Media conserva el ábside románico (s. XII) de la Iglesia de Santiago. Triacastela tuvo hospital, e incluso cárcel para peregrinos, de los que se conservan vestigios. 

Durante el período de construcción de la Catedral de Santiago, algunos peregrinos recogían pequeñas piedras calizas en una cantera de Triacastela, aún en servicio y visible desde la ruta, y las llevaban hasta los lejanos hornos de cal de Castañeda (Arzúa), al servicio de las obras de la basílica compostelana.

Samos

La pequeña localidad de Samos se articula en torno al gran monasterio, en una zona de bellos paisajes atravesados por el río Sarria, y salpicados de construcciones de característica arquitectura popular. 

El Monasterio de Samos está considerado como uno de los más antiguos de Occidente, pues remonta sus orígenes al siglo VI. Con la adopción de la regla de San Benito, en 960, el monasterio se ocupa de la hospitalidad a los peregrinos y construye en sus inmediaciones, en torno al año 1000, la singular Capilla del Salvador, conocida como la ‘Capilla del Ciprés’ por el gran árbol de esta especie que allí se encuentra y que supera los mil años de vida.

Sarria

De su pasado conserva en pie una esbelta torre y alguna vieja calle, pero, sobre todo, es conocida en la actualidad por haberse convertido en la meca de todos aquellos que buscan objetos antiguos, especialmente muebles.

Portomarín

En medio de un paisaje abierto y agradable, la ruta desciende hacia las riberas del río Miño, en la que asoman cultivos de la vid, de la que sale el popular aguardiente típico del lugar. Para entrar en Portomarín es necesario cruzar el puente del embalse de Belesar, en cuyo fondo, si el nivel de las aguas lo permite, se observan intactos los arcos del antiguo puente sobre el Miño y quizá también las ruinas del viejo Portomarín, inundado por las aguas cuando se construyó el embalse. 

El viejo Portomarín estaba formado por los burgos medievales de San Pedro y San Nicolás y mantenía uno de los puentes romano-medievales más célebres de la ruta. Conserva su soberbia iglesia-fortaleza, que en su día fue templaria, salvada de las aguas porque fue trasladada piedra a piedra a su ubicación actual.

Vilar de Donas

Antiguo priorato dela Orden de Santiago, dedicada a la protección y vigilancia de la Ruta, el viejo monasterio no estaba asentado a la orilla del Camino para lograr así el adecuado recogimiento y oración. Es uno de los mejores ejemplos de románico gallego vinculado al Camino. En el interior, destacan varios sepulcros de los Caballeros de la Orden, pero, sobre todo, los frescos góticos que cubre gran parte del ábside central, y que fueron realizados para el Año Santo Compostelano de 1434.

Palas de Rei

Parece que este topónimo debe su nombre a un supuesto palacio real contruido en las inmediaciones en tiempos inmemoriales. La Iglesia de San Tirso conserva todavía su portada románica. 

Palas de Rei pertenece a la comarca de A Ulloa, tierra famosa por sus sabrosos quesos inmortalizada por la escritora Emilia Pardo Bazán en ‘Los pazos de Ulloa’. 

Cércano a Palas está el Castillo de Pambre (s.XIV), una de las pozas fortalezas medievales que sobrevivieron a las agitadas luchas del siglo XV.

Melide

La Ruta Jacobea cruza la población, que se articula alrededor de un cruce de caminos. De origen medieval, conserva la románica Iglesia de San Pedro, encastrada en la actual Capilla de San Roque, a cuya verá se levanta uno de los ‘cruceiros’ más antiguos de Galicia (s.XIV). La Iglesia de Sancti Spiritus (s.XIV) y el templo románico de Santa María, junto al museo etnógrafico, son otros de los atractivos de esta localidad.

Arzúa

En la villa de Arzúa, famosa por sus quesos, la rúa de O Camiño, la Iglesia de Santiago y la Capilla de A Magdalena, conservan huellas de su pasado vinculado al culto jacobeo.

Lavacolla and Monte do Gozo

A escasos 9 km de Santiago, en el río de Lavacolla se lavaban por última vez los peregrinos antes de llegar a la ciudad del Apóstol. En el Monte do Gozo, los peregrinos veían por primera vez las torres de la ansiada Catedral de Compostela, júbilo que ha dejado su huella en el nombre de este lugar. 

Y al fin se llega a Santiago. Volvemos a la ciudad, por la misma ruta que recorrieron, recorren y recorrerán, infinitamente, los peregrinos... Bienvenidos/as, siempre, a Compostela.

 

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