Aunque la mayoría de los peregrinos emprenden el Camino de Santiago a pie, cada vez son más los que lo recorren en bicicleta o a caballo.
Utilizar la bicicleta supone algunas variantes en las rutas, originalmente trazadas para caminantes, pero igualmente bien señalizadas y descritas en los manuales específicos. En este caso, debe prestarse especial atención al tráfico de vehículos –especialmente si se circula en grupo-, utilizar la vestimenta adecuada (ajustada y de tonos vivos) y prever todo lo relativo a posibles averías o reparaciones. Una revisión completa antes de la salida evitará disgustos.
El camino a caballo , por su parte, es el que necesita mayor grado de preparación, una etapa que incluye la elección del animal, su reconocimiento veterinario y vacunas y su entrenamiento con la carga por terrenos similares a los que se recorrerán. La lógica indica que debe asegurarse al caballo, para responder ante accidentes. Además, los jinetes suelen realizar un viaje previo para concertar los lugares en que va a pernoctar el animal y dejar los sacos de pienso que comerá en ruta. Durante la peregrinación, es necesario vigilar diariamente su alimentación, higiene, salud y acomodamiento.