Además de seguir los consejos generales para los peregrinos, las personas con discapacidad debe vigilar especialmente su estado físico, y preparase concienzudamente antes de la salida. No hay que descartar la idea de utilizar un coche de apoyo o viajar en grupo o con personas que los puedan ayudar de manera específica en los tramos abruptos del Camino o ante los cruces de carreteras, por ejemplo.
Otra práctica aconsejable es, al planificar las etapas, preferir la opción de hacer tramos sueltos. En todo caso, puede elegirse el punto de partida y trazar las etapas según las propias posibilidades. Dado que las etapas habituales no son homogéneas en cuanto a accesibilidad, existen guías que las describen con especial atención para las personas con discapacidades.
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