Las etapas suelen planificarse antes de emprender el viaje, dependiendo del punto de partida escogido, de la modalidad del Camino (a pie, bicicleta o caballo) y de los kilómetros que se desee cubrir. Por falta de tiempo, muchos peregrinos optan por hacer el Camino Francés, por ejemplo, en tres años consecutivos, cubriendo el tramo Roncesvalles-Burgos, luego Burgos-León y finalmente León-Santiago. Lo ideal es, sin embargo, realizarlo ‘de un tirón', lo que implica disponer de más de un mes para dedicarlo a este propósito, si se comienza en la frontera franco-española, o establecer un punto de partida más cercano a Santiago.
La división más lógica de las etapas se hace en función de los albergues o alojamientos, y nunca con tramos superiores a los 20 o 25 kilómetros diarios a pie, y hasta 70 kilómetros en bicicleta . Si hay niños en el grupo, las etapas deben reducirse a la mitad. Numerosas guías prácticas establecen ya etapas plenamente comprobadas, con posibilidades de alojamiento y alimentación, y previendo las visitas a monumentos o la contemplación de los ‘encantos' del Camino.
El ritmo de la caminata debe ser el natural para la edad y capacidad física, nunca forzado por seguir a otros compañeros o por llegar ‘más rápido' . Tras comenzar suavemente, se llega a un nivel de marcha regular y rítmica, que debería interrumpirse por lo menos durante unos diez minutos cada hora. En terrenos abruptos y subidas debe disminuirse el paso y buscar apoyo en el bordón. Cuando se note una incomodidad en el pie, algo que roza, o lo que sea, hay que parar inmediatamente para intentar poner remedio