En general, los caminos a Santiago cuentan actualmente con señalización suficiente, cuyas deficiencias pueden salvarse con los mapas incluidos en todas las guías prácticas.
Gracias a la iniciativa del párroco de O Cebreiro, Elías Valiña, que señalizó con sus colaboradores buena parte del Camino Francés con una flecha amarilla, esta señal se ha extendido en los últimos 20 años a casi todas las variantes del Camino. A ella de añaden también las placas institucionales y otras señale, que varían de una comunidad autónoma a otra, e incluyen desde las marcas blancas y rojas de Navarra hasta los mojones de granito que aparecen en Galicia cada 500 metros para indicar la distancia que queda hasta Compostela.
En algunos tramos los gobiernos autonómicos han optado por construir carriles especiales para la circulación de los peregrinos, con resultados desiguales: si bien en unas zonas son senderos naturales que alejan al peregrino convenientemente del tráfico, en otras las sendas de gravilla constituyen un suplicio añadido para los pies del caminante, los cascos de los caballos y las ruedas de las bicicletas.