El parque de Belvís se extiende por una vaguada alargada formada por prados por los que corre un pequeño arroyo. Los muros, los bancales del terreno y las vías históricas -como el pintoresco callejón de As Trompas- se respetaron en el proyecto de este ‘vacío constructivo' verde que separa, y a la vez relaciona, el recinto histórico con las grandes edificaciones del convento de Belvís y del Seminario Menor, constituyendo una especie de foso natural de la ciudad medieval. Desde su parte más alta se disfrutan vistas singulares de toda la ciudad.
Fundado en el siglo XIV, el convento de Belvís fue reedificado en la época barroca por el arzobispo mejicano Monroy, de la orden de los dominicos. La iglesia es obra de Fernando de Casas y Novoa -el mismo que proyectó el frente de la Catedral que mira a la plaza del Obradoiro-, que aplicó a la fachada del comulgatorio su característica decoración geométrico-vegetal. Las monjas dominicas descalzas que lo habitan hacen unas deliciosas pastas de té que se pueden comprar en el mismo convento.
El Seminario Menor es un edificio de gran porte que destaca en el perfil de la ciudad por estar además situado en la cima de una de sus colinas. Construido en los años cincuenta del siglo XX, en el estilo ecléctico característico en España en ese momento, es a la vez colegio, seminario y albergue de peregrinos.