Adentrándose en la avenida de Xoán XXIII hasta la altura de su dársena de transporte, se puede obtener una imagen de contraste entre la traza contemporánea de la larga marquesina de acero y la fachada trasera del Convento de San Francisco. La pérgola decrece a medida que se acerca a la zona monumental, creando un efecto óptico de ‘entrada’ en la ciudad histórica.